Amada Desconocida
Tanto sabía él de ella
Como la soledad le recitaba a veces,
Como la necesidad de ella le hacía conocerle
Y como sus suspiros llenaban de ella
Sus pulmones de locura hacia un amor
Que resumiera en un beso la primavera entera.
Él pensaba en ella a veces
Sobre todo cuando se retiraba
Donde habitaba él mismo,
Y le traía a su mente recuerdos
De vivencias nunca vividas
O de historias de las que no era protagonista
Ni podía relatar en primera persona.
Y muy de vez en cuando,
Parecía que ella se asomaba por algún balcón,
Esquina o vereda,
O simplemente venía detrás del sol,
Luego de una puesta de atardecer.
Ella aparecía tras las llameantes hojas de otoño
Que se desprendían súbitamente de los dolidos árboles
Que se camuflaban en ellos mismos
Tiempo antes del alarmante invierno,
Para brotar desnudos en el paisaje de los sentimientos de él,
Mientras ella se pasea por las ramas de los pinos
Y se arrecuesta en los tallos de los robles.
Ya para cuando él había pensado en ella,
Una o dos veces,
Sabiendo que ella,
Había pensado en él al menos la mitad de esas veces,
Su corazón murmuraba:
“Ojalá por fin,
Conozca el nombre de ella,
Y te conozca al fin,
Y que alegría que me reconocieras
Luego de acompañarme lejanamente
Mientras te pensaba;
Ya a estas alturas del partido,
Esperaría que supieras tanto de mí,
Como tanto te he deseado.
Ojalá al fin,
Tantas cartas te he escrito
En direcciones incorrectas,
Tantas veces te he besado
En los labios incorrectos.
Y tantos versos dedicados,
Con la dedicatoria incorrecta.”
Ya para cuando sus manos saludaran las de ella,
Esperaba que el adiós,
Fuera el metafórico hasta luego
Que suele decir la gente;
Y no un verdadero adiós.
Ya para cuando sus labios se avecinaran a los de ella,
No esperaría de todo esto una historia con final feliz,
Sino algo más sencillo,
Una historia feliz sin final.
Ya para cuando explorase el cuerpo de ella,
Esperaría vivir sus ajenos recuerdos,
Y contar todo aquello,
Que no podía contar en primera persona;
Y ser protagonista de relatos donde anhelaba serlo.
Pero ella no era ella…
Ella no estaba sentada a la par de su soledad,
La de él;
Ella no conocía la esperanza
Que tras cada afonía en la vida de él
Pensando en ella había;
Le era ajeno el aguardo,
Tanto aguardo que él,
Como cosecha de vino
Había madurado a lo largo del tiempo para ella.
Al final,
Él volvía a estar sentado al lado de ella,
Ella, distante y desconocida;
Pero él al lado de ella;
Mientras ella,
Bastaba con que fuera simplemente ella…
Felipe Carvajal - 02/01/2011