"Cortejo"
La noche de espaldas con los brazos abiertos
hacían de la luz un túnel hacia sus ojos;
y entre un laberinto de palabras
que llegara hasta sus sentimientos,
sus introvertidas manos
preguntaban por las de ella,
sin que lograse notar ella tal cuestionario.
Sus manos se hallaban del otro lado de la mesa
y sin embargo se situaban más largo que un abismo,
más largo que devolver el tiempo perdido
pero se asomaban con invencible ternura
oliendo a jazmín y a soledad.
Sus miradas corrían de un lado a otro,
temerosas de verse a sí mismas
desnudas en un punto medio del silencio;
un sigilo exiliado de la oscuridad
en el que se percataran los sentimientos
o cualquier otro soneto.
Sus labios ahogaban las palabras
en las bebidas para hacerlas naufragar
y reinventaban temas posibles
para no hablar de lo imposible,
y reciclaban momentos
para hacer de la noche
más que una antesala
a la bienvenida de la madrugada.
El tiempo,
el dichoso tiempo,
se agotaba como agua en el desierto,
y la noche volvía a ser un simulacro,
y las noches volvían a vestirse de ausencia;
y la vida una supervivencia
mientras su nombre sobrevive
en más que una sola palabra.
Felipe Carvajal - 1/10/2011